Los seis tripulantes del SIRIUS-23 terminaron su misión lunar simulada de 366 días el 14 de noviembre de 2024.(Crédito de la imagen: Instituto de Problemas Biomédicos).
El 14 de noviembre de 2024, el Instituto de Problemas Biomédicos (IBMP) de la Academia de Ciencias de Rusia marcó la finalización con éxito de SIRIUS-23, un experimento de aislamiento biomédico de un año de duración que simulaba las condiciones de los viajes al espacio profundo y las operaciones en la superficie lunar.
Durante 366 días, una tripulación de seis astronautas analógicos vivió y trabajó en un entorno sellado, un sucedáneo terrestre meticulosamente controlado de las misiones interplanetarias del futuro.
El proyecto SIRIUS (Scientific International Research in Unique terrestrial Station), lanzado en colaboración con el Programa de Investigación Humana de la NASA y el IBMP en 2017, había realizado anteriormente experimentos más cortos de 17, 120 y 240 días de duración. Estas misiones, en las que participaron tripulaciones internacionales de Rusia, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos, pretendían reproducir el aislamiento y la tensión psicológica de los vuelos espaciales de larga duración.
Vista elevada de las instalaciones del IBMP donde tuvo lugar la misión analógica SIRIUS-23 de 366 días. (Crédito de la imagen: Instituto de Problemas Biomédicos).
Sin embargo, después de 2022, el IBMP decidió seguir adelante con el ambicioso experimento SIRIUS-23 de forma independiente. La última tripulación procedía de Rusia y Bielorrusia: el comandante Yuriy Chebotarev, la ingeniera de vuelo Angelica Parfenova, la oficial médica Ksenia Orlova y los investigadores Olga Mastickaya, Ksenia Shishenina y Rustam Zaripov, un equipo mixto de dos hombres y cuatro mujeres.
La misión refleja las crecientes aspiraciones de la humanidad más allá de la órbita terrestre. Con planes para establecer bases lunares y eventualmente lanzar misiones interplanetarias tripuladas, resolver los retos del aislamiento, la escasez de recursos y el estrés fisiológico sigue siendo crítico. El objetivo de SIRIUS-23 era hacer frente a estos obstáculos probando tecnologías, procedimientos y resistencia humana en el Complejo Experimental Terrestre (GEC) del IBMP, un hábitat herméticamente sellado equipado con sistemas de soporte vital independientes, controles atmosféricos y supervisado 24 horas al día, 7 días a la semana, por ingenieros en el control de la misión.
El programa SIRIUS se basa en décadas de investigación, en particular el experimento Mars-500 de 2010-2011, en el que seis participantes pasaron 520 días aislados para simular una misión de ida y vuelta a Marte. Al igual que su predecesor, SIRIUS-23 proporcionó conocimientos sin precedentes sobre cómo se adaptan los seres humanos -física, mental y socialmente- al confinamiento prolongado en entornos extremos.
La misión SIRIUS-23 recreó meticulosamente las etapas clave de una misión lunar tripulada: tránsito a la Luna, acoplamiento a una estación orbital, operaciones en superficie y viaje de regreso. La tripulación realizó cinco alunizajes simulados, rotando en equipos de cuatro para imitar las tareas de exploración lunar. Los sistemas de realidad virtual desempeñaron un doble papel, ofreciendo tanto apoyo psicológico como simulaciones inmersivas de actividades extravehiculares (EVA) en la superficie lunar.
El experimento abordó objetivos científicos y operativos críticos en múltiples ámbitos:
1. Investigación biomédica
- Desarrollar herramientas de diagnóstico y contramedidas para los desafíos sanitarios únicos de los vuelos espaciales profundos.
- Estudiar los sistemas del organismo en condiciones extremas, como la función gastrointestinal y la respuesta inmunitaria.
- Explorando la adaptación del sistema nervioso central y la resiliencia psicológica.
2. Operaciones en el planeta
- Probar el rendimiento de la tripulación bajo gravedad lunar simulada, centrándose en el movimiento, la carga de trabajo y la fatiga mental.
- Evaluar el papel de las herramientas robóticas y los sistemas de información avanzados en el apoyo a tareas complejas de superficie.
3. Factores de estrés de la misión
- Simulación de retrasos en los recursos causados por interrupciones en el transporte.
- Analizar los efectos de los retrasos en la comunicación con el control de la misión.
- Privación de sueño de 36 horas.
4. Dinámica social
- Investigación de las interacciones, distribución de tareas y respuestas psicológicas dentro de una tripulación mixta.
- Utilizar análisis automatizados para supervisar la comunicación en busca de señales de estrés o conflicto.
El comandante del
SIRIUS-23, Yuriy Chebotarev, realiza una actividad extravehicular simulada durante el simulacro de misión lunar. (Crédito de la imagen: Instituto de Problemas Biomédicos)El programa de investigación SIRIUS-23 incluye 52 experimentos que abarcan estudios psicológicos, fisiológicos, inmunológicos, metabólicos y microbiológicos. Se espera que los resultados sirvan de base para futuras misiones lunares y a Marte, con publicaciones en revistas previstas para finales de 2025.
¿Por qué simular cuando ya lo hemos hecho antes? Las misiones análogas de vuelos espaciales pueden parecer repetitivas, pero su valor aumenta con cada iteración. Cada año surgen nuevos temas de investigación, herramientas biomédicas avanzadas y tecnologías experimentales. Los entornos de aislamiento terrestres como el GEC ofrecen plataformas rentables y sin riesgos para probar soluciones que serían poco prácticas o imposibles de aplicar a bordo de la Estación Espacial Internacional.
Mientras los investigadores estudian minuciosamente la gran cantidad de datos recogidos durante la misión, la tripulación del SIRIUS-23 se enfrenta ahora a un reto más personal: volver a adaptarse a la vida en la Tierra. Tras un año sin luz solar, aire fresco ni las distracciones cotidianas de la vida moderna, el equipo se recuperó en un balneario del Mar Negro. Allí, volvieron a conectar con los sonidos, los olores, su interior y las vistas del mundo exterior – un mundo que, durante 12 meses, quedó reducido a un recuerdo.
El éxito de SIRIUS-23 representa un paso más hacia la exploración humana sostenible del espacio. Al estudiar los efectos psicológicos y fisiológicos del aislamiento prolongado, los científicos están ayudando a allanar el camino para las misiones a la Luna, Marte y más allá. Aunque la tripulación soportó los retos del confinamiento por el bien de la ciencia, su trabajo encarna un propósito más amplio: permitir a los futuros exploradores viajar más lejos y permanecer más tiempo.